La gordura es bella

La gordura no es natural
Por muchos años a través de los experimentos con animales, se descubrió que ciertas sustancias no naturales (alteradas), producían efectos extraños en humanos y animales.

Muchas de esas alteraciones en el metabolismo fueron descubiertas primero por accidente, pero luego se convirtieron en un tema de mucho interés, especialmente para las compañías farmacéuticas y químicas.

Se consideró normal que los científicos estuvieran constantemente tratando de encontrar métodos para aumentar el tamaño y acelerar el proceso de maduración de frutas y verduras. Luego, la ciencia dedicada a la alteración del metabolismo, se traspasó a las aves y otros animales, produciendo, por ejemplo, pollos más jugosos y sabrosos, que alcanzaban su tamaño total en 52 días, en vez de 6 meses.

Los pavos crecían más grandes y más rápido, y el hombre de delantal blanco se hacía definitivamente cada vez más astuto en esta área de la alteración del metabolismo. Parecía que todo se podía manipular, a fin de producir un producto más económico y de mejor sabor, y los parámetros comenzaban a abarcar aún más. Todavía los experimentos con animales eran el procedimiento obligatorio a seguir, ya que no parecía ético o humano utilizar niños, adultos o ancianos. Se descubrió que se podía hacer una rata obesa con un 100% de éxito, simplemente inyectándole ciertos químicos al nacer, que eran solamente sustancias alimenticias ‘alteradas’. Estas ratas eran solicitadas por los laboratorios que estudiaban la obesidad en humanos y las enfermedades que requerían de ella para desarrollar más rápidamente diabetes, cáncer, problemas circulatorios, enfermedades cardiacas, etc.

En un principio, no existían suficientes personas obesas reales para someterlas a estudio, por lo tanto las ratas obesas inducidas eran muy valiosas para las industrias farmacéuticas y sus centros de investigación.

Una de las sustancias utilizadas para inducir ‘la obesidad de por vida’ en las ratas, fue el Glutamato Monosódico. Funcionaba extremadamente bien y sin duda se buscaron otros reemplazos del Glutamato Monosódico. Sin embargo, en este momento sólo es necesario entender que la mayoría de las personas pueden reaccionar exactamente igual a una rata si reciben demasiado de una sustancia metabólica alterada.

No sabemos qué otras combinaciones de químicos podrían producir también esta explosión de la obesidad, y sólo lo podríamos descubrir si dispusiéramos de un laboratorio o de las notas de las investigaciones, que en muy raras oportunidades se dan a conocer al público.

Vivimos hoy en un mundo donde es posible tener estados alterados de actividad metabólica provocados por las adicciones de químicos o drogas utilizados para alimentar a gran cantidad de aves y otros animales.

Lo que no hemos considerado es que también es posible hacer esto, y se ha hecho, a seres humanos. De no ser cierto, entonces estamos tratando con un mundo científico que es escrupulosamente honesto y ético. No me pidan que crea eso y yo no pediré que crean que el resultado final (las ganancias) no es hoy por hoy, la fuerza más motivadora para estas industrias.

¡La obesidad simplemente ocurre! Eso es lo que al común de los estadounidenses y australianos, y a algunas otras naciones científicamente avanzadas, se les pide que acepten. Se está convirtiendo en algo normal.

Algo curioso con respecto a esta obesidad que observamos hoy, es que produce enfermedades degenerativas de rápida ocurrencia, y no puede ser quemada para utilizarla como fuente de energía, porque es demasiado tóxica.

La persona obesa pierde energía inmediatamente, y la mayor parte de la ‘supuesta’ grasa, es una sustancia gelatinosa que no se parece en nada al tipo de grasa normal que se almacena en forma dura, sólida y firmemente adherida a ciertos músculos, como reserva de energía. Cuando es grasa real, ésta se quema con facilidad cuando la persona realiza ejercicios o hace dieta, sólo reduciendo un poco la ingesta de calorías.

Si se trata de una reserva tóxica, es difícil para el organismo hacer uso de esta, porque al dividirse o descomponerse producirá más y peor toxicidad. Esta toxicidad se ha almacenado, debido a que el proceso metabólico humano no logra eliminarla en grandes cantidades. Este tipo de grasa, en su mayoría tóxica, es similar a la celulitis y nuestro cuerpo la almacena bajo la piel, lo más lejos posible de órganos vitales.

Es el momento propicio para que la obesidad sea declarada una enfermedad por sí misma. No como síntoma de una toxicidad, sino como una enfermedad. Aquí el juego encubierto no es visible para el común de la gente, y tendremos entonces una situación donde las industrias médicas y farmacéuticas, estarán en condiciones de solicitar a nuestros gobiernos que los ayude a hacer ilegal el que cualquier persona trate la obesidad, excepto ellos. Se convierte así en otra gallina de los huevos de oro para la industria que no puede sobrevivir sin esta fuente ilimitada de ganancias.

La única ayuda que las personas obesas pueden obtener, es analizar qué es lo que está ocasionando que se inflen y retengan grandes cantidades de líquido y toxinas. Sus dietas deber modificarse radicalmente para eliminar todos los alimentos que contengan Glutamato Monosódico y cualquier otro aditivo que produzca alteración metabólica.

La obesidad no ocurre porque sí; es causada. Y con ella se producen además, una cantidad de efectos secundarios muy peligrosos que cuando se reúnen, pueden hacer que una persona dependa de por vida de la industria de las enfermedades.

Afortunadamente, existe un amplio espectro de personas que están abriendo sus ojos a las razones reales de por qué la enfermedad está aumentando, en un momento en que, como nunca antes, gastamos más en investigación. Se está adquiriendo conocimiento debido a que cada vez más médicos e investigadores están dando un paso al frente con la verdad.

R.M.R.